Por Arturo Soto
Si revisamos los libros de historia encontraremos muchos casos de futbolistas a los que se les puso una presión extra en su llegada al América por tener la etiqueta de joven promesa. Dentro de esos incontables ejemplos, muy pocos fueron los que verdaderamente demostraron ser lo que decían de ellos, pero tantísimos otros sufrieron la malaria del deporte de alto rendimiento.
Un ejemplo de esto es Michael Arroyo, el delantero ecuatoriano que dejó una huella marcada en la institución azulcrema desde su llegada a préstamo allá por el año 2014. El "gambetita" tuvo en esa época su mejor momento en todo sentido, ya que a un gran nivel futbolístico le había sumado una relación extraordinaria con la hinchada del América, por el compromiso que mostraba en cada partido así sea titular o ingresando unos minutos de suplente.
Sin embargo, en 2017 llegaría la decisión que cambió para siempre la vida de Michael Arroyo, la cual fue ni más ni menos que aceptar una oferta del Gremio, club en el que el Gambetita creía que tendría mayor vidriera para venderse a Europa, pero no pudo estar más lejos. Desde su llegada a Gremio sufrió contratiempos como lesiones y malos rendimientos que hicieron que la prensa lo catalogue como el problema del vestuario, finalmente se despidió por la puerta de atrás.
El ecuatoriano sigue teniendo su vida dentro de un campo de fútbol, aunque de manera totalmente distinta a la que lo vivía antes. El jugador que supo ser estrella del América y cobrar hasta 1 millón de pesos mexicanos por mes, ahora vive en la talacha como jugador de la Naranja Mecánika, un equipo amateur de Ecuador en el que juega solamente por placer... y por unos míseros 5 mil pesos mensuales.
22/11/2024
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