Por Javier Vaca
En el reciente encuentro entre Chivas del Guadalajara y Puebla, correspondiente a la jornada 16 del torneo Clausura 2025, un momento captó la atención de las cámaras más allá del resultado del partido. Tras abrir el marcador con un gol, producto de un desvío fortuito que dejó sin opciones al guardameta poblano Julio González, el mediocampista Erick Gutiérrez se dirigió hacia la banca de suplentes para celebrar su tanto tanto con el entrenador Gerardo Espinoza como con sus compañeros que no iniciaron el encuentro.
En las imágenes de la celebración, se pudo observar cómo la mayoría de los suplentes se acercaron a felicitar a Gutiérrez por su gol, compartiendo un momento de alegría y camaradería. Sin embargo, hubo una notable excepción en este festejo grupal. Se trató de Javier ‘Chicharito’ Hernández, quien a pesar de haber superado su reciente lesión, volvió a iniciar el partido desde el banquillo. La actitud del experimentado delantero contrastó con la efusividad de sus compañeros, manteniéndose al margen de las felicitaciones a Gutiérrez, una imagen que no pasó desapercibida.
El regreso de Javier "Chicharito" Hernández a Chivas ha estado lejos de ser el cuento de hadas que muchos aficionados rojiblancos esperaban. Más allá de su discreto rendimiento en el terreno de juego, una de las situaciones que ha generado mayor preocupación es su aparente individualismo dentro del grupo. En lugar de ejercer un liderazgo positivo basado en su experiencia, Hernández ha mostrado una actitud que prioriza su protagonismo personal, evidenciando impaciencia, frustración y una desconexión con el funcionamiento colectivo del equipo en varios momentos.
Uno de los episodios más criticados que protagonizó Javier Hernández fue su fuerte reclamo público hacia el joven canterano Mateo Chávez durante un partido. En lugar de actuar como un guía y mentor para el futbolista surgido de las fuerzas básicas de Chivas, el "Chicharito" exhibió al jugador frente a las cámaras, una actitud que fue interpretada por gran parte de la afición como autoritaria y poco solidaria, generando dudas sobre su rol real dentro del vestidor y su capacidad para construir un ambiente positivo en el equipo.
Lejos de ser el líder que une y fortalece al grupo, la figura de Javier Hernández ha comenzado a generar una atmósfera de tensión en el seno de Chivas. Su presencia, en lugar de inspirar a sus compañeros, se ha convertido para algunos en una carga tanto emocional como futbolística. Si el experimentado delantero no logra redirigir su enfoque hacia el beneficio del equipo y priorizar el compromiso colectivo por encima de su ego personal, su legado en el club corre el serio riesgo de verse empañado por una etapa en la que su individualismo pesó más que su aporte al funcionamiento del Rebaño Sagrado.
19/04/2025
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