El Clásico Joven entre América y Cruz Azul siempre ha sido un escenario de pasiones desbordadas y rivalidades intensas. En el último encuentro entre ambos equipos, la celebración de los jugadores americanistas, Luis Ángel Malagón y Christian Calderón, tras el gol del penal que les dio la victoria, encendió aún más la mecha de la polémica.
Si bien en el primer gol del partido, Malagón había imitado la celebración de Kylian Mbappé cruzando los brazos, en esta ocasión fue aún más allá. Tras el penal convertido, el portero americanista corrió hacia la afición de Cruz Azul, colocó sus manos sobre sus orejas y comenzó a saltar, mandando besos y haciendo gestos despectivos, simulando que los aficionados rivales eran niños. Esta provocación no pasó desapercibida y generó una gran polémica en las redes sociales.
Por su parte, Christian Calderón no se quedó atrás. El mediocampista americanista, tras anotar el penal, se dirigió hacia la afición azulcrema y los incitó a seguir alentando al equipo. Posteriormente, realizó un gesto con las manos, simulando que los aficionados de Cruz Azul eran sus hijos, lo que aumentó aún más la tensión en el estadio.
Las celebraciones de Malagón y Calderón provocaron reacciones encontradas entre los aficionados. Por un lado, los seguidores del América celebraron la actitud de sus jugadores, quienes no dudaron en expresar su alegría y menospreciar al rival. Por otro lado, los aficionados de Cruz Azul se mostraron indignados y calificaron las celebraciones como una falta de respeto.
Las celebraciones de Malagón y Calderón podrían tener varias consecuencias:
Este episodio nos recuerda la importancia del fair play en el fútbol. Si bien la pasión y la rivalidad son parte fundamental de este deporte, es importante que los jugadores, técnicos y aficionados mantengan un comportamiento respetuoso tanto dentro como fuera del campo.
Las celebraciones de Malagón y Calderón, aunque efectivas desde el punto de vista deportivo, pueden tener consecuencias negativas a largo plazo. Si este tipo de acciones se vuelven habituales, el fútbol podría perder gran parte de su encanto y convertirse en un deporte cada vez más violento y agresivo.
Las celebraciones de Malagón y Calderón son un claro ejemplo de cómo las emociones pueden desbordarse en el fútbol. Si bien es comprensible que los jugadores quieran celebrar sus triunfos, es importante que lo hagan de manera respetuosa y evitando cualquier tipo de provocación.
Este episodio nos invita a reflexionar sobre la importancia del fair play y el respeto entre los rivales. El fútbol es un deporte que debe unir a las personas, no dividirlas.
12/12/2024
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