Por Javier Vaca
El mundo del fútbol lamenta la pérdida del legendario entrenador Leo Beenhakker, quien falleció este jueves a los 82 años de edad. El estratega neerlandés, con una trayectoria que abarcó múltiples clubes de renombre como el Ajax, el Real Madrid y el Club América de México, además de diversas selecciones nacionales, dejó una huella imborrable en el deporte rey gracias a su visión táctica y su capacidad para descubrir y potenciar talentos. Su paso por el fútbol mexicano dejó recuerdos significativos tanto en el Nido como en Verde Valle, marcando una etapa importante en su extenso currículum.
Aunque su carrera como jugador fue breve y no llegó a incluir su debut profesional, Leo Beenhakker encontró su verdadera vocación en los banquillos desde muy joven, iniciando su camino como entrenador con apenas 23 años. La mayor parte de su prolífica carrera la desarrolló en su natal Países Bajos, donde dejó una marca imponente al dirigir a los dos gigantes del fútbol neerlandés, Ajax y Feyenoord, conquistando títulos de liga con ambos clubes, una hazaña única en la historia de la Eredivisie y que subraya su capacidad para triunfar en diferentes contextos y con plantillas diversas.
Su visión trascendió las fronteras de su país, llevándolo a dirigir al Real Madrid en una época dorada donde consiguió tres títulos de liga consecutivos, una marca que ningún otro entrenador ha logrado igualar desde entonces. Además, Beenhakker sumó a su palmarés una Copa del Rey y dos Supercopas de España con el conjunto merengue, consolidando su prestigio a nivel internacional. Sin embargo, su legado también se extendió al fútbol mexicano, donde tuvo etapas significativas dirigiendo a dos de los clubes más importantes y con mayor rivalidad del país: el Club América y las Chivas Rayadas de Guadalajara.
En su paso por el Club América, Leo Beenhakker dejó una huella imborrable al ser el entrenador que brindó la oportunidad de debutar en el máximo circuito a un joven talento que marcaría una época en el fútbol mexicano: Guillermo Ochoa. El visionario estratega neerlandés confió en las cualidades del joven guardameta, dándole la oportunidad de mostrar su potencial y catapultándolo a una exitosa carrera tanto a nivel de clubes como con la Selección Mexicana. Este descubrimiento de talento es solo una muestra de la aguda visión de Beenhakker para identificar y desarrollar jóvenes promesas.
Posteriormente, su camino lo llevó a dirigir a las Chivas Rayadas de Guadalajara, el acérrimo rival del América. Aunque su paso por el Rebaño Sagrado no estuvo marcado por la obtención de títulos, su llegada generó una gran expectativa en la afición rojiblanca, que veía en su experiencia y conocimiento la posibilidad de devolver al equipo a los primeros planos del fútbol mexicano. Su etapa en Chivas, aunque menos exitosa en términos de campeonatos, también dejó enseñanzas y marcó un capítulo en su vasta trayectoria, demostrando su compromiso con el fútbol mexicano más allá de los colores azulcremas.
Más allá de sus logros a nivel de clubes, Leo Beenhakker también dejó su impronta en el fútbol de selecciones. Estuvo cerca de llevar a Arabia Saudita a su primer Mundial, aunque Jorge Solari terminó concretando la clasificación en su relevo. Sin embargo, sí logró una hazaña histórica al clasificar a Trinidad y Tobago a su única Copa del Mundo en 2006, y también llevó a Polonia a su primera Eurocopa en 2008, marcando el final de su carrera como entrenador antes de pasar a roles directivos en diversos equipos. Su legado perdura como un visionario que dejó su huella tanto en el América como en Chivas, y en el fútbol mundial en general.
13/04/2025
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