"Hoy no nos robaron los mexicanos .. hoy @ReinaldoRuedaDT les regaló el partido ingresando a un tal Obregón y con el 10 irrespetuoso con Rambo el Rueda dándole semejante numero a un don nadie. Bien verguiados 4-0. México está en el final four", fueron las palabras del periodista Hondureño Jorge Rivera después de la goleada de México sobre Honduras por 4-0 que fue más que un simple resultado deportivo; fue una exhibición de superioridad que dejó al descubierto las profundas grietas en el fútbol hondureño.
Sin embargo, más allá de la contundencia del marcador, lo que verdaderamente llama la atención es la reacción histérica de la prensa catracha, que lejos de aceptar la realidad, se refugia en excusas y acusaciones infundadas. Rivero, en un intento desesperado por desviar la atención de la debacle de su selección, se aferraron a la figura de Reinaldo Rueda como chivo expiatorio, el DT que decidió defender la ventaja y no propuso nada para sacar el resultado con fútbol. Sus declaraciones, cargadas de resentimiento y falta de objetividad, no hicieron más que evidenciar la incapacidad de la prensa hondureña para analizar el fútbol de manera crítica y constructiva.
La prensa catracha, acostumbrada a vivir en una realidad paralela, ha construido un relato en el que Honduras siempre es víctima de una conspiración. El arbitraje, las lesiones, las conspiraciones políticas y hasta la mala suerte son los argumentos recurrentes para justificar los fracasos de la selección. Sin embargo, en esta ocasión, la superioridad de México fue tan evidente que incluso los más escépticos tuvieron que reconocerla.
La comparación con el pasado reciente es inevitable. Hace apenas un año, Honduras logró empatar a México en un partido donde el arbitraje jugó un papel decisivo. Sin embargo, en esta ocasión, la diferencia entre ambos equipos fue abismal. México demostró un juego colectivo superior, una mayor intensidad y una mayor eficacia de cara al gol.
La realidad es que el fútbol hondureño atraviesa una profunda crisis. La falta de inversión en las fuerzas básicas, la corrupción en las federaciones y la escasa profesionalización de los jugadores son solo algunos de los problemas que afectan al balompié catracho. Mientras tanto, México sigue avanzando a pasos agigantados, con una selección cada vez más competitiva y un proyecto deportivo a largo plazo.
La reacción de la prensa hondureña no solo es lamentable, sino que también es contraproducente. En lugar de buscar soluciones y trabajar para mejorar, se prefiere vivir en el pasado y culpar a los demás de los propios errores. Esta actitud no solo perjudica a la selección, sino que también genera una división innecesaria entre los aficionados de ambos países.
La rivalidad entre México y Honduras es una realidad, pero debe ser sana y basada en el respeto mutuo. La prensa hondureña, en lugar de fomentar el odio y la división, debería aprovechar esta oportunidad para analizar a fondo las razones por las cuales su selección no puede competir al mismo nivel que México.
La goleada del Tricolor fue una lección de humildad para Honduras, una llamada de atención para que se ponga las pilas y trabaje seriamente en mejorar su fútbol. Mientras tanto, México seguirá celebrando sus triunfos y consolidándose como una de las potencias del fútbol de la CONCACAF.
En conclusión, la humillación sufrida por Honduras ante México ha dejado al descubierto las profundas carencias del fútbol catracho. La reacción de la prensa hondureña, marcada por la exageración, la falta de objetividad y la búsqueda de culpables externos, no hace más que reflejar la inmadurez de un sector que debería ser un ejemplo para la sociedad. Es hora de que Honduras deje de vivir en el pasado y trabaje seriamente para construir un futuro más prometedor para su fútbol.
23/11/2024
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